Exigir justicia no es provocación

Comunidad Feminista Aguascalientes
Agosto 2019
Comunicado

 

Hoy, 16 de agosto de 2019, como todos los días, las mujeres de la Comunidad Feminista de Aguascalientes unimos nuestras voces y nuestros cuerpos para pronunciarnos en contra de las agresiones contra las mujeres a las que nos somete el Estado y el sistema patriarcal en que éste se erige.

Por ello, a través del presente comunicado nos solidarizamos con las mujeres que han sido violentadas por la fuerza policial mexicana, cuya obligación tendría que ser la de protegernos y salvaguardar nuestra vida e integridad. Manifestamos nuestro apoyo a quienes, en busca de exigir justicia para las tres menores violadas por agentes policiales tan solo este mes, se reunieron el 12 de agosto del presente año y en un acto de protesta arrojaron diamantina rosa sobre el traje de Jesús Orta, Secretario de Seguridad Ciudadana de CDMX, acto que las autoridades tuvieron el cinismo de calificar como una provocación a la violencia.

Las declaraciones de Ernestina Godoy, Procuradora de Justicia de la Ciudad de México, solicitan diálogo en un contexto de respeto y condiciones de paz, dando por sentado que la protesta, denuncia y demanda de las mujeres organizadas es reprobable y que por lo tanto no merece la urgencia con la que corresponde atenderlas, por no sujetarse a las formas. ¿Cómo aspiran a que dialoguemos si nuestro trayecto diario, nuestras tareas cotidianas, nuestro camino a casa ya es un campo minado? ¿Cómo pretenden que dialoguemos, si los términos mismos en las que se condiciona el dialogo anulan ya nuestras voces y nos exponen al escarnio, revictimizando a quienes más afectadas se han visto por la impunidad?

Para las mujeres en México no existen condiciones de seguridad (por no decir de paz) y pretender que las hay es una falta de respeto, un acto más de violencia en contra de nuestra integridad y necesidades. Vivimos con miedo de no llegar a casa, de que nuestras madres, hijas, amigas, hermanas, compañeras, parejas, no lleguen a casa. Vivimos a diario de cara a la violencia machista, al acoso, al maltrato, a las violaciones a mujeres cada seis minutos y ante la terrible realidad de 10 mexicanas que diariamente no vuelven más. ¿Les parece desmedida una protesta social que se revela contra este orden de cosas, misógino y feminicida?

Reprobamos la respuesta de Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien en un acto reduccionista, que revictimiza y criminaliza al movimiento, se atreve a decir que lo que se buscó fue la provocación, minimizando los procesos por los que tienen que atravesar las víctimas de violencia sexual, pasando por alto el ejercicio corrupto del cuerpo policiaco, invisibilizando la nula capacidad del Estado para llevar a cabo procesos judiciales que garanticen justicia y seguridad a las mujeres, poniendo el acento sobre diamantina y cristales.

Nos manifestamos también para señalar a quienes, tan carentes de empatía y perspectiva de género, pero sí llenos de odio y desprecio por la dignidad, osan decir que “el pueblo les cuida”, que “esas no son formas”, “que nos demos a respetar”, como si nosotras, con nada más que una legítima demanda y la rabia por la impunidad fuéramos una amenaza, como si con diamantina matáramos personas como nos matan a nosotras, como si una puerta fuera siquiera equiparable al hecho de que nos desaparecen para desecharnos en bolsas de basura.

Sepan que nosotras también somos el pueblo y que hemos sumado a nuestra rabia la rabia que hemos heredado de millones de mujeres que han sido agredidas, violadas, asesinadas y silenciadas a lo largo de la historia. Y decimos NO MÁS. Que si a ustedes les cuida su pueblo, la estructura patriarcal, a nosotras nos cuidan las mujeres mismas. Nosotras somos nuestro propio mecanismo de protección y, a fuerza de ultrajes y agresiones, nos hemos organizado como una sola, somos una marea que ruge, que revienta, que brilla por nuestra defensa. No, nosotras no somos su pueblo, porque su pueblo sigue sin “concedernos” los derechos plenos de ciudadanas. Nosotras somos flama, somos ola y seremos imparables al momento de demandar justicia. Quédense con su condescendencia e hipocresía disfrazadas de apego a la ley, que a nosotras la ley nos pega y no nos pega la gana que nos siga apaleando.

No nos asustan sus carpetas de investigación. Si la diamantina rosa para ustedes es provocación, ¿las macanas que les cuelgan entre las piernas que son? Nada sino instrumentos de un ejercicio mal habido de poder y misoginia, de violencia brutal e impunidad. Invertir recursos en las investigaciones por el uso de diamantina y los cristales rotos supone un insulto a nuestra dignidad. Que esos mismos recursos sostengan a los uniformados que someten y violan a las mujeres y a la población vulnerable es deleznable, mezquino e intolerable. Pensar en reparaciones de la infraestructura que sostiene el castillo de la corrupción en lugar del reparo (siempre insuficiente) a las víctimas, los convierte en cómplices de la violencia estructural que padecemos.

Exigimos una disculpa pública por las respuestas cínicas de lxs supuestxs representantes populares. Demandamos que en tanto son acusados, los agentes involucrados en el ejercicio de violencia sean dados de baja y que, tras un proceso riguroso de investigación, con perspectiva de género (que como diamantina, brilla por su ausencia), sean sentenciados como se merece. Exigimos políticas de seguridad que velen por nuestra integridad, nuestro libre tránsito y nuestros derechos humanos. Exigimos la atención profesional, anónima y responsable que deben tener las víctimas.

Lo exigimos desde la rabia, desde el hartazgo, desde el dolor compartido y la fuerza titánica que se está organizando para desacomodarles su indiferencia y obligarles a hacer su trabajo. Lo exigimos con diamantina como si fuera dinamita, porque se va a caer. Se va a caer, lo vamos a explotar.

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